Cuando aquella mañana me embarqué en el coche que nos subiría al despegue del #NidodeÁguilas pensé que él se habría equivocado de unidad, o que sería un acompañante del conductor, o un ingenuo y despistado millennial en búsqueda de deportes extremos para selfies de redes sociales…
No podía imaginar otra cosa si sabía que –sin contar con sus casi cien kilos, zapatos de suela, camisa formal y gruesos lentes- antes de saltar deberíamos caminar cerca de 40 minutos por una pendiente de casi 45 grados.
Pero entonces el ingeniero geomático y piloto de drones oriundo de Pineda de Mar, Barcelona, España, Ángel Collado Murillo, y sus 24 años a cuestas, salieron al sendero y con decisión empezaron a caminar explicando que se trataba de un pasajero y sería su primer vuelo tándem en parapente. Uno más –aunque no el último- de los demonios que está dispuesto a derrotar: el vértigo a las alturas.
Está en Cuenca desde febrero concentrado en su trabajo final de maestría por la Universidad Politécnica de Valencia. «Se trata de la Cooperación Internacional al Desarrollo para la Gestión Patrimonial, Documentación y Divulgación del Patrimonio Cultural de Cantón Nabón”, dice con su acento español.
Y ni bien dicho esto, ¡plum! que le explota su segundo demonio: la respiración ya no es respiración sino una muestra de fatiga con un silbido en el pecho. Trato de calmarlo, pero él me calma a mí con la palma de su mano izquierda invitándome a detenerme, mientras con la derecha lleva a sus labios una pieza en ele (L) para ventilar bronquios con el contenido que sale atomizado de un solo disparo.
Repite la operación y finalmente los dos podemos respirar tranquilos. “Desde que tengo tres años padezco una enfermedad llamada Deficiencia de Mioadenilato Deaminasa, una enfermedad metabólica que afecta a los músculos y provoca intolerancia al ejercicio físico.”
– Y entonces ¿qué haces aquí?, exclamo.
– ¡Venciendo mis demonios!, responde sonreído.
Su enfermedad empeoró a partir de los nueve años desarrollando sobrepeso, lo que se suma a sus crisis de asma. Así que los vítores y aplausos al verlo llegar a la cima fueron bien merecidos. Ángel tiene más demonios que el mismo infierno por vencer, pero con cada una de sus acciones los saca al por mayor. Aquel sábado, con su camisa formal empapada, sus zapatos de suela impecables, sus casi cien kilos intactos, su asma atenazando el pecho… llegó al sitio al que muchos se niegan por comodidad, para experimentar el reto de volar. Y vaya que lo hizo.
Bajo la generosa guía del maestro José Barrera, despegaron de Velacruz, cazaron una térmica y la giraron hasta el corazón mismo de la nube. Un par de térmicas más y al aterrizaje: los demonios se sacudieron de los hombros de Ángel, y Ángel desplegó sus alas de la sabiduría en el aire.
Ángel Collado Murillo y sus 24 años a cuestas ya están en el registro histórico del #NidodeÁguilas.
(Ricard Tello)